domingo, 18 de junio de 2017

En busca del agua perdida



Una vez zarandeados por la impertinencia acústica de los gallos madrugadores, no hay más remedio que abandonar el refugio de la mosquitera y levantarse. Ni en la cocina ni en la ducha se ve ninguna llave para regular el paso del agua por la sencilla razón de que no hay cañerías en ningún lugar del patio ni de la casa. De ahí que la palabra grifo no se utilice por estas latitudes. Así que una de las primeras actividades obligadas es la de sacar agua del pozo para el aseo. Por suerte la capa freática se encuentra a poca profundidad y tiene agua abundante. La, en principio, simpática tarea de subir los cubos de agua desde los veintidós metros de profundidad, termina haciéndose pesada después de repetirla en varias ocasiones y por diversos motivos a lo largo del día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario