¡Qué cómodo es lo nuestro! ¡Qué fácil ser normal! ¡Qué sencillo es ser blanco! No hay que hacer esfuerzo alguno, es cuestión de dejarse llevar. Eres como todos y ya está. Lo peor es cuando, sin querer, te vuelves de repente diferente.
Nada más llegar a Benín te das cuenta de que eres distinto a todos los que te rodean, eres único, eres especial. A partir de ahí tienes que empezar a asimilar que te has hecho raro, que de la noche a la mañana has pasado a ser distinto y que llevas un aviso luminoso en la frente que señala a todo el mundo tu presencia. Eres blanco. Y eso, que aquí es insignificante, en Benín no es normal, es un estigma, una marca impresa en el cuerpo, un símbolo indiscutible de exotismo, de extravagancia, de lejanía. En Benín dejas de ser invisible por arte de magia y ahora tus movimientos son observados minuciosamente estés donde estés y hagas lo que hagas. Todo el mundo sabe que el blanco ha salido a comprar fruta o en qué sitio está tomando una cerveza.
Nada más llegar a Benín te das cuenta de que eres distinto a todos los que te rodean, eres único, eres especial. A partir de ahí tienes que empezar a asimilar que te has hecho raro, que de la noche a la mañana has pasado a ser distinto y que llevas un aviso luminoso en la frente que señala a todo el mundo tu presencia. Eres blanco. Y eso, que aquí es insignificante, en Benín no es normal, es un estigma, una marca impresa en el cuerpo, un símbolo indiscutible de exotismo, de extravagancia, de lejanía. En Benín dejas de ser invisible por arte de magia y ahora tus movimientos son observados minuciosamente estés donde estés y hagas lo que hagas. Todo el mundo sabe que el blanco ha salido a comprar fruta o en qué sitio está tomando una cerveza.

En Benín ser blanco es lo extraordinario, lo curioso, lo llamativo. Cualquier blanco se siente observado por el mero hecho de serlo. La gente te mira al paso y alerta a los otros de tu presencia. Se percibe una mezcla imprecisa de curiosidad, asombro y desconfianza, a veces salpicada con unas gotas de miedo. A tu paso, en cualquier esquina se oye un "yovó, yovó" que anuncia a los demás la aparición de un ser extraño de piel blanca. No es nada despectivo, no indica menosprecio, es la voz de la sorpresa, el grito de la novedad. Algunos niños lloran o se asustan porque nunca habían imaginado que pudiese haber seres que no tienen la piel oscura como la suya.

Tenemos que vivir el trance, todos tenemos que aprender a ser un día extraños. Es necesario descubrir en algún momento qué significa realmente ser blancos porque solo así podremos entender de verdad a los negros.
Preciosas tus reflexiones, todas ellas. Esta me ha gustado en especial.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Liss
Gracias, Lissbeth. La verdad es que acercarse a realidades diferentes invita siempre a la reflexión. Un abrazo
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