sábado, 6 de mayo de 2017

Aprender a ser blanco para entender a los negros

¡Qué cómodo es lo nuestro! ¡Qué fácil ser normal! ¡Qué sencillo es ser blanco! No hay que hacer esfuerzo alguno, es cuestión de dejarse llevar. Eres como todos y ya está. Lo peor es cuando, sin querer, te vuelves de repente diferente.

Nada más llegar a Benín te das cuenta de que eres distinto a todos los que te rodean, eres único, eres especial. A partir de ahí tienes que empezar a asimilar que te has hecho raro, que de la noche a la mañana has pasado a ser distinto y que llevas un aviso luminoso en la frente que  señala a todo el mundo tu presencia. Eres blanco. Y eso, que aquí es insignificante, en Benín no es normal, es un estigma, una marca impresa en el cuerpo, un símbolo indiscutible de exotismo, de extravagancia, de lejanía. En Benín dejas de ser invisible por arte de magia y ahora tus movimientos son observados minuciosamente estés donde estés y hagas lo que hagas. Todo el mundo sabe que el blanco ha salido a comprar fruta o en qué sitio está tomando una cerveza.

Hay gente a la que le divierte que le señalen, gente que gusta diferenciarse y busca a toda costa convertirse en especial, significarse, llamar la atención. Pero el resto, la gran mayoría, no estamos entrenados para ser distintos a diario y tenemos que aprender.

En Benín ser blanco es lo extraordinario, lo curioso, lo llamativo. Cualquier blanco se siente observado por el mero hecho de serlo. La gente te mira al paso y alerta a los otros de tu presencia. Se percibe una mezcla imprecisa de curiosidad, asombro y desconfianza, a veces salpicada con unas gotas de miedo. A tu paso, en cualquier esquina se oye un "yovó, yovó" que  anuncia a los demás la aparición de un ser extraño de piel blanca. No es nada despectivo, no indica menosprecio, es la voz de la sorpresa, el grito de la novedad. Algunos niños lloran o se asustan porque nunca habían imaginado que pudiese haber seres que no tienen la piel oscura como la suya. 

Cuando te mueves entre un conjunto uniforme de negros experimentas algo a lo que no estás acostumbrado. Descubres que no eres normal, que te has convertido en un alienígena, un ajeno, un invasor, un ser perteneciente a un mundo distinto al que te encuentras. Quizás por primera vez descubres la sensación de sentirte blanco y quizás por primera vez (solo siendo yovó cuando todos son méwi) te das cuenta de la importancia que tiene el color de tu piel.

Tenemos que vivir el trance, todos tenemos que aprender a ser un día extraños. Es necesario descubrir en algún momento qué significa realmente ser blancos porque solo así podremos entender de verdad a los negros. 

2 comentarios:

  1. Preciosas tus reflexiones, todas ellas. Esta me ha gustado en especial.
    Un abrazo :)
    Liss

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  2. Gracias, Lissbeth. La verdad es que acercarse a realidades diferentes invita siempre a la reflexión. Un abrazo

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